Single Minded - Episodio 4

24º noviembre 2024 por Digital Playground

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Sinopsis de la escena porno

El video porno Single Minded - Episodio 4 está hecho por el estudio Digital Playground y jugó con Sinatra Monroe y Seth Gamble .

El corazón de Layla iba a mil por hora cuando entró en la iglesia, con el vestido y el maquillaje de la noche anterior aún puestos, tras su salvaje noche de sexo y crimen. No podía creer que hubiera conseguido llegar a tiempo para la boda, pero al abrir la puerta se encontró con las dos últimas personas a las que quería ver: su prometido, Chad, y la despiadada hermana de éste, Kathy. "¿Qué demonios te ha pasado?". espetó Chad, con los ojos entrecerrados al ver el desaliñado estado de Layla. Layla intentó quitárselo de encima, pero Kathy se limitó a burlarse. "Parece que has estado despierta toda la noche, Layla. Las amigas de Layla se abalanzaron sobre ella y la llevaron arriba para que se preparara para la ceremonia. Mientras se ponía un impresionante vestido de novia blanco, Layla no podía evitar la sensación de que estaba metida en un lío. Cuando el ministro Daniel llegó para la charla preboda, los nervios de Layla empezaron a crisparse. El ministro, un hombre de mediana edad y expresión anodina, parecía bastante simpático, pero cuando empezó a hablar, Layla notó algo extraño. Mientras hablaban, el vestido de Layla empezó a subírsele, dejando al descubierto sus piernas. Sintió una oleada de vergüenza al darse cuenta de que había olvidado ponerse ropa interior. Pero, para su sorpresa, el ministro Daniel no pareció darse cuenta. Layla sintió un subidón de adrenalina al darse cuenta de que el ministro estaba empalmado. Un ministro duro no era exactamente el tipo de cosa que querías en tu boda. "Disculpe, ministro", dijo Layla, tratando de ocultar su vergüenza mientras se ajustaba el vestido. "Cuando las manos del ministro tocaron su piel, Layla sintió una sacudida de placer. Sabía que estaba mal, pero no podía evitar sentirse así. Y mientras los dedos del ministro bailaban sobre su piel, Layla no pudo evitar preguntarse qué pasaría a continuación: ¿llegaría al altar o la alcanzaría su salvaje noche de sexo y crimen? Sólo el tiempo lo diría. El ministro Daniel miró a Layla con una sonrisa retorcida. "Creo que podemos arreglarte, querida. El corazón de Layla dio un vuelco cuando las manos del ministro subieron y le tocaron los pechos a través del vestido. Sabía que debería estar indignada, pero lo único que sentía era deseo. Cuando los dedos del ministro le acariciaron los pezones, Layla dejó escapar un suave gemido. Estaba en apuros, pero no podía evitar lo que sentía. Y cuando la mano del ministro se deslizó bajo su vestido, Layla supo que le esperaba un viaje salvaje. "Ministro, pare", susurró Layla, pero su voz apenas se oía por encima de los latidos de su corazón. El ministro se rió, su mano se deslizó por su pierna mientras enterraba la cara en su pecho. "Los ojos de Layla se cerraron cuando los dedos del ministro se introdujeron más profundamente en su coño. Sabía que debía detenerlo, pero lo único que podía hacer era dejarse llevar, perdida en el placer del momento. Y a medida que la mano del ministro se deslizaba más profundamente, Layla sabía que le esperaba un viaje salvaje e inolvidable. "Ministro, no", susurró Layla, pero ya era demasiado tarde. Los dedos del ministro estaban profundamente dentro de ella, y Layla estaba perdida en el placer del momento. Sabía que debería estar asustada, pero lo único que podía hacer era dejarse llevar, perdida en el salvaje viaje del día de su boda. Mientras la mano del ministro seguía provocándola, el cuerpo de Layla empezó a responder. Sus piernas empezaron a temblar y su respiración se entrecortaba. Sabía que estaba a punto de llegar al clímax, y los dedos del ministro eran lo único que la mantenían allí. Los ojos de Layla se cerraron mientras los dedos del ministro la acariciaban, llevándola a un orgasmo alucinante. Sabía que debía detenerlo, pero lo único que podía hacer era dejarse llevar, perdida en el placer del momento. Y cuando la mano del ministro finalmente se deslizó fuera de ella, el cuerpo de Layla tembló de placer. Sabía que estaba en apuros, pero lo único que podía hacer era dejarse llevar, perdida en el salvaje viaje del día de su boda. "Ministro, no", susurró Layla, con voz apenas audible por encima de los latidos de su corazón. El ministro se limitó a reírse, con los ojos brillantes de deseo mientras sonreía a Layla. "Sólo intento ayudar, querida", susurró, con su aliento caliente sobre su piel. Layla cerró los ojos mientras...

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